CONOCE A JUANICO

Juan, nuestro Juanico, es un niño de diez años natural de Santa Lucía, Cartagena. Y como cartagenero que es –y bien querido por todos— lo llamamos Juanico, así: con el “ico”. Y es que los cartageneros somos muy bonicos todos, pero este sin duda se lleva la palma –y nuestros corazones–. Lo llamamos Juanico a sabiendas de que todo en él, pese a su estatura, no es pequeño.  ¡Hay que ver qué naturaleza más injusta que le da un cuerpo pequeñito precisamente a las personas más grandes!

Juan es así: un niño bien grande. Nosotros sabemos que nos referimos a un Juanazo, a un niño con la entereza y la fortaleza de todo un hombre. Juan afronta el día a día como una aventura pese a sus dificultades. Sin miedo al mañana, sin miedo a su enfermedad: libre.

Basta observarlo cinco minutos para ver que es de esos que, aunque se caiga cien veces, no desiste: se cae, se levanta; se cae, se levanta, y así hasta lograrlo. En sus revisiones, la frase más común de los médicos es: ¡No me lo puedo creer! Parece mentira que tenga esta enfermedad.
Pese a sus dolencias –a menudo demasiadas– no se queja ni se pregunta “¿Por qué yo?”.  Siempre se recupera gracias a su inmensa fuerza interior, que parece milagrosa. Sus ganas de vivir le hacen ser fuerte y no decaer. Lucha por él, por su familia. Nos da siempre ganas de seguir luchando todos juntos, por él, por nosotros mismos, por los demás.

Es de esos niños únicos que, a pesar de las circunstancias, sabe sacarte una sonrisa y hacer que olvides tus problemas más banales, ya sea con sus chistes, con sus bromas o con las contagiosas carcajadas que suelta sin motivo aparente –el verdadero motivo es esa felicidad tan llena que se tiene de pequeño y que nosotros a veces olvidamos–.

Sin embargo, a pesar de ser todo un machote, es un niño sensible, tierno y cariñoso. Es de esos que te dan ganas de abrazar fuerte, fuerte y no lo haces por miedo a hacerle daño. Lo mejor es que es tan afectuoso que se adelanta y te abraza él. Te sorprende la libertad que siente para abrazarte, o besarte sin motivo, porque así lo siente. 



Es tan natural que en pleno directo de la tele se pone a peinar a su padre para que salga bien guapo o a secarle las lágrimas a su madre. Pero es que si hablamos de su familia, esta entrada no termina. Son una piña, son uno –y en sufamilia incluyo a más de uno y una que no tiene parentesco familiar–.


Juan es un ejemplo para todos. Ya desde los tres años, nos dejaba claro el verdadero valor de la amistad, pues desde entonces está bien unido a Jesús, su inseparable mejor amigo: Es mi amigo pero es como mi hermano. Además, es amigo de todo el que se cruce con él. Habla y bromea con todos.


Siempre mira todo y a todos con júbilo, gratitud e inocente admiración. Eso sí, no dudará en defenderse si te metes con él.
No tiene problema en decir lo que piensa, cuestionar lo que no entiende y llamar las cosas por su nombre.

Además, es un corazón entusiasta, alegre y festivo: ¿Por qué siempre nos vamos tan pronto? –pregunta cabreado siempre con una energía inexplicable.
Es imposible pasar un rato con él sin verlo bailar, correr, jugar, imitar a Michael Jackson... O sin que te cuente uno de sus mejores chistes:
-Manolo, ¿dónde vas con ese carro de estiércol?
-Es para echárselo a las fresas.
-Pero, ¿las has probado con nata?

Es un crío lleno de sueños e ilusiones tan inocentes como conocer a su jugador de fútbol preferido, Messi.


Es inquieto, curioso, intrépido, con ganas de descubrir el mundo, incluso más mundo del que nosotros vemos. Es imposible que vaya a un sitio nuevo y no lo inspeccione nada más llegar. Tiene una imaginación increíble, todo puede convertirse en una buena oportunidad para jugar. Y si es con la videoconsola o con su saltamontes gigante, mejor que mejor –siempre acompañado de Jesús o de su titi (su hermano mayor).


Ya desde bien pequeño, su inteligencia y su memoria te dejaban impresionados: No le prometas nada que luego no vayas a cumplir, que después de meses te lo recuerda. Y si no lo cumples se cabrea, y mucho. Tiene un temperamento... –dice siempre su tío.
Pero es que se le da bien todo: dibujar, bailar, tocar la guitarra, la batería, nadar, las chicas, el fútbol… Y COMER!!


Es un niño sin miedo a nada, un niño feliz, lleno de vitalidad que te engancha. Este “enganche” es el que está haciendo que toda Cartagena, y toda España –cada vez más personas–, gente de todas las edades y de todos los ámbitos, quiera aportar su granito de arena y ayudar con su causa. Tanto que ya en el primero de los conciertos benéficos vino un niño de tan solo ocho años a comprar una entrada para colaborar. Así, solo, sin mayores: Hola. Quiero comprar una entrada para ayudar a Juanico. Es aquí, ¿no? Yo quiero ayudar.

Y es que Juan, nuestro Juanico, te enamora y te engancha tanto que te hace darte cuenta de que al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida de esos años.

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